lunes, 10 de julio de 2017

MITOS Y LEYENDAS: El Urutaú.


En su hermoso libro "Supersticiones del Río de la Plata", Daniel Granada, español afincado en Montevideo durante el siglo XIX, nos cuenta una leyenda sobre un ave guaraní: el urutaú.
              En tiempos lejanos surgió un amor infeliz entre la princesa Ñeambiú, hija de un cacique guaraní y el joven Cuimbaé, de la tribu de los tupíes, que a la sazón se encontraba como prisionero de los guaraníes (pues eran enemigos).
               Tras sufrir la cerrada oposición de sus padres a esa relación, un día la princesa desaparece. Ha huído, se ha retirado al monte y, en su profunda tristeza, parece haber perdido el habla y el deseo de vivir.
               Ubicada finalmente, ni parientes ni amigos logran que reaccione. Ni siquiera contesta a sus requerimientos. No reacciona cuando se le dice (falsamente) que alguno de sus familiares ha muerto. Nada le importa ni le conmueve.
En eso, el cacique ordena al brujo de la tribu que la haga reaccionar de alguna forma.
El brujo se adelanta pausadamente y, acercándose a la joven, le susurra al oído:

"Tu amado Cuimbaé ha muerto".
           Al instante de oir esto, la joven, exhalando desgarradores gemidos, desaparece de la vista de los que la rodeaban, quienes quedan convertidos en sauces. La princesa Ñeambiú, a su vez se convierte en el ave que llaman urutaú, llorando eternamente su pena desde la rama más vieja y deshojada de esos sauces.
           Couto de Magalhaes, un escritor muy versado en lenguas indígenas, consigna en 1876 que la palabra urutaú significa "ave fantasma". Lo cual no es difícil de creer, si observamos atentamente las dos fotos que ilustran este post.
La primera fue tomada por Rodrigo Fracalossi y muestra un urutaú posado sobre una rama de tonalidad similar a la del ave. Pero la segunda imagen, captada por Desiree Staconi, presenta al urutaú como un artista del camouflage: es muy difícil decir dónde termina el ave y comienza la rama del árbol.

Verdaderamente un ave fantasma.
           Los naturalistas del siglo XIX indicaban que el habitat del ave eran los montes de Paraguay, Corrientes, Misiones, Chaco, Entre Ríos, norte de Uruguay y parte de Brasil.
Resultaba sin embargo extremadamente difícil encontrarla, por su color, por la inmovilidad que le caracteriza en las horas de luz y por preferir lo más tupido del monte como hogar.
           A la circunstancia de encontrarla sólo en raras ocasiones, se le sumó lo extraño de su canto lastimero, redondeando su reputación de ave mágica y misteriosa.
Sería el poeta argentino Carlos Guido y Spano quien plasmaría en famosos versos ("Nenia - Canción fúnebre") al ave guaraní:



"En idioma guaraní,
una joven paraguaya
tiernas endechas ensaya
cantando en el arpa así,
en idioma guaraní:


¡Llora, llora urutaú
en las ramas del yatay,
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú
¡llora, llora urutaú!"

 

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