Tacuara Yacaré,
Departamento La Paz, provincia de Entre Ríos, Argentina, 16 de octubre de 1932
– Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, 15 de marzo de 2001
Ramón Merlo tuvo un
temprano interés por la música. A los ocho años comenzó a estudiar el acordeón
de dos hileras, (la típica “verdulera” o “cordiona”) y luego de adquirir
destreza con el instrumento inició una serie de presentaciones en las bailantas
rurales de su zona natal, en Entre Ríos.
A los dieciocho años
Merlo se mudó a la ciudad de Rosario, Santa Fe, para intentar un camino
artístico que en su pago chico no se abría. Su elección iba a coincidir con la
que, tres años antes, había hecho Tarragó Ros, otro gran acordeonista y
compositor que se había radicado en Rosario en 1947.
Las razones que
impulsaron a estos dos representantes del chamamé, y a muchos otros que
llegaron desde sus provincias natales, a radicarse en Rosario es materia de
distintas especulaciones. Lo cierto era que por entonces se producía un
fenómeno nacional de migración interna hacia las grandes ciudades que
comenzaban a industrializarse y a levantar plantas fabriles. Rosario, Pueblo
Nuevo y Villa Diego crecían en torno al Frigorífico Swift, y se necesitaban
obreros prácticos en el manejo y la faena de hacienda. Entrerrianos, chaqueños
y correntinos llegaban constantemente y se afincaban en el cordón sur de la
ciudad. Con ellos traían sus costumbres y sus músicas, que escuchaban, cantaban
y bailaban.
Otra razón de la
migración de artistas del Litoral a Rosario puede encontrarse en la cercanía
geográfica de la ciudad santafesina con Buenos Aires. Los músicos intentaban
acercarse a la gran capital donde se encontraban los sellos grabadores y las
radios que emitían programas con músicos actuando en sus auditorios.
Sea cual fuere la
razón que impulsó a los músicos a instalarse en Rosario, lo cierto es que la
música chamamecera comenzó a crecer fuerte y lozana y los reductos dedicados a
la música y el baile (las típicas bailantas) se multiplicaban. La Ranchada de
Emilio Chamorro; El Centro Correntino de Rosario; el Salón Irupé, de Pueblo
Nuevo; el salón Marabú y el Rincón Evita; el Club El Amanecer; El Cañonazo (fundado
por Ramón Merlo frente al frigorífico Swift) y el salón Humberto 1º (que fuera
de Tarragó) eran
algunas de las pistas elegidas por los cultores del género.
El mismo Ramón Merlo
dejó testimonio de los primeros años de dura pelea en una ciudad eminentemente
tanguera como Rosario, para lograr plantar una bandera de chamamé junto a su
amigo Tarragó: “Con Tarragó, en los comienzos, teníamos un solo traje cada uno
y me acuerdo que lo planchábamos con la plancha a carbón para ir a tocar
a los bailes...”.
Luego de aquellos
citados primeros estudios de acordeón de dos hileras en su infancia, Ramón
adoptó la de tres y fue ungido con el mote “El Cambacito de las Tres Hileras”.
Muchos memoriosos
sostienen que Ramón Merlo fue el primer intérprete de música del Litoral que
llevó el chamamé a la televisión. Más allá de la certeza de ese dato, lo real
es que el programa “El rancho de Ramón Merlo” estuvo dos años en el aire,
emitido por Canal 5 de Rosario, y las radios transmitieron durante años un
programa que convocaba una nutrida audiencia amante de la música del Litoral.
El programa, además, se emitió radialmente por las emisoras LT8, LT2, y LT3 de
Rosario; por LT39 Emisora Victoria, Entre Rios; LT40, La Voz de La Paz, Entre
Ríos; LV3 Radio Córdoba y LT16 Radio Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco).
Además de producir sus propios programas, Merlo fue actor y trabajó junto a las
compañías teatrales de Alfonso Amigo, Julio Adrián Benevento y Bernardo de
Bustinza. El artista alimentaba la permanente demanda de sus admiradores con la
constante creación de temas. Compuso un gran número de chamamés con letras de
distintos autores como Reina Bermúdez (“Plegaria a la virgen de Itatí”),
Apolinario Godoy (“Más o menos a esta hora”), Toti Aguilar (“Yo soy fiel a mi
Entre Ríos”), Águeda Mansilla (“De adobe y techo de paja”), Raúl Merlo (“Pago
La Redonda”), Rita Martínez (“No está muerto quien pelea”) y Monchito Merlo
(“El mestizo colí”).
En 1966 su
popularidad era tal que llegó a tener un club de admiradoras con más de 20 mil
socias oriundas de todas las provincias argentinas y de países limítrofes como
Brasil, Uruguay y Paraguay. Por aquella década pródiga con la música de las
distintas regiones argentinas, Merlo actuó en el Festival del Folclore
Correntino de Santo Tomé, Corrientes; en Festirama, de Río Ceballos, Córdoba;
en el 10º Festival de Doma y Folklore de Jesús María, Córdoba; en el 8º
Festival del Norte Entrerriano en La Paz, en el Tercer Festival de Jineteada y
Folclore de Rosario y en el Carnaval de Añatuya, Santiago del Estero, entre
tantos otros. La fama ganada le permitió hacerse acreedor de algunos
reconocimientos, como “El monumento de Cristal” (1974), distinción que la
Revista T.V. de Rosario entregaba a los artistas más destacados por su labor en
Radio y Televisión. También recibió El Mate de Argentinísima y fue premiado, en
1988 por haber superado las 50 mil placas discográficas vendidas a lo largo de
su carrera. El 2 de octubre de 1998 la Cámara de Diputados de la Nación declaró
de interés Legislativo el homenaje que se le ofreció en conmemoración de sus 50
años con el chamamé y que se realizó en el Salón de los Pasos Perdidos del
Congreso de la Nación. En marzo de 1999, el Concejo Municipal de Rosario lo
declaró “artista distinguido de la ciudad”, como gran exponente de la música
popular argentina.
Ramón Merlo, junto a
Tarragó Ros, fue uno de los exponentes más consecuentes de la difusión de la
música del Litoral. Su legado artístico es llevado adelante por la estirpe de
músicos que hoy se prolonga en sus hijos y sus nietos, quienes siguen el camino
trazado por quien fuera popularmente conocido como “El Señor del Litoral”.
Fuente: http://www.lamusicadesantafe.com.ar/artistas.php?id=38
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